21 mayo 2011

so many books so little time














me puse a pensar en los libros y un poco en ese "no sé qué" que existe como tal y hace que amemos un libro para siempre o lo odiemos desde el primer momento. Desde el instante en que un libro llega a nuestas manos se genera una relación única e irrepetible porque los libros que leemos son diferentes y porque nosotros también vamos cambiando a lo largo de nuestra vida y nuestra cabeza no es siempre la misma aunque el libro vuelva a ser el mismo, leído por segunda o tercera vez. Creo profundamente que ciertos libros son inagotables y es posible encontrar en ellos las respuestas más variadas, insolitas e inesperadas. A veces puede pasar que creamos románticamente que tal autor escribió tal libro basado en nuestra propia historia de vida porque, "no puede ser que lo que le pasa al personaje sea tan pero tan parecido a lo que me está pasando a mi". No nos resignamos a creer que no es así. Tiendo a pensar que las historias se vuelven universales en el momento en que son publicadas. Como todo arte, está hecho para un público que es libre de apropiarse de ella y sus significados para resignificarla. Entonces las historias son capaces de viajar de aquí para allá en los ojos de quien las lea y esa es la única forma que tienen de perdurar.
entonces, decía que un libro puede enamorarnos desde la primera frase o aburrirnos de muerte también desde la primera frase. Eso varía depende el lector porque lo que a mi me interesa de un libro a otro puede parecerle una reverenda pavada, mal o bien escrita pero pavada al fin. Si el libro nos gusta entonces lo leemos despacio, como saboreando mentalmente cada palabra y es un suplicio pasar de página porque eso significa un paso más hacia el inevitable final del libro. En cambio, si el libro no nos gusta tendemos a hacer varias cosas para acortar el tedio de tener que leerlo, cuando podríamos simplemente cerrarlo para nunca más volver a abrirlo. Nadie nos obliga a leerlo o a terminar de leerlo pero hay un porcentaje de culpa algunas veces por no hacerlo y nos sometemos a bodrios interminables por puro masoquismo. En este caso recurrimos a una lectura "salteada", o sea, página 2, 3, 4, 11, 15, 16, 23... Si se divide en capítulos leemos algunos, los que creemos que son importantes y dentro del mismo capítulo leemos lo que creemos que es más importante aún. Interrumpimos la lectura para hojear rápidamente el libro y calcular más o menos cuánto falta para terminarlo. Inescrupulosamente espiamos el índice para especular la lectura cuál jugada del quini 6. Finalmente siempre encontramos algo mejor que hacer que seguir leyendo y lo abandonamos en sillón, arriba de la mesa o abajo de la cama creyendo ingénuamente que en algún momento nos va a volver a dar ganas de seguir leyéndolo. Pues no, nunca ocurre algo semejante sino todo lo contario, lo olvidamos ahi para encontrarlo años después, abrirlo, leer el primer párrafo nuevamente y recordar con cierta alegría por qué habiamos dejado de leerlo. 
en cambio, si el libro nos alucina somos capaces de devorarlo una y mil veces, nos aprendemos frases, recordamos cada palabra, lo citamos por doquier, nos hartamos de recomendarlo, lo llevamos a todos lados, lo cuidamos más que a nuestra vida, seguramente no lo prestamos y ocupa en nuestra biblioteca un lugar destacado cual premio de la academia. 
una vez escuché decir a alguien que un libro sirve para muchas cosas y si no te gusta siempre podés recomendárselo a tus enemigos.
 

No hay comentarios.: